LOS ÁNGELES DEL ARROYO 661
Los matrimonios juncosences, todos legítimos, por-
que ni en La Juncosa se admitían matrimonios de aunados
y arregladitos de conveniencia más o menos temporales,
mi había quien se atreviese a casarse prescindiendo del
Cura de la parroquia, y eso que todavía los obispos de
España no habían tronado contra el matrimonio civil,
- Gnque ya en vigor, contenido en ciertos límites por re-
milgos conservadores.
Bes Los matrimonios juncosences, decimos, tocábanse con
los codos al oir las casi, o del todo, olvidadas prescripcio-
Mes del Santo apóstol San Pablo.
-—Amnda... pa que me seas respondona... —decíale un
-Cánastero a su gorda mitad, que solía devolverle las pala-
-Dras al cuerpo.
—Anda, tú, pa que no te siga yo cuando sus vais de
Parranda pa emborracharos en ca el tío Albondiguilla—
: Contestaba la consorte —. Mía lo que dice el señor cura,
Que la mujer debe seguir al marío.
Y por este estilo, la epístola de San Pablo, ya olvida-
da a los diez o veinte años de casados, refrescaba la me-
“e los mozos y mozas aún célibes, pero en vísperas de
dejar de serlo.
ok ok
La misa terminó, y con ella la santa ceremonia.
Un. ¡vivan los novios! hizo estremecer la vieja iglesia
Y casi tocar solas las campanas del campanario.
Los novios, del brazo, salieron entre las abiertas filas
Ye aldeanos.
Moria de los viejos matrimonios y hacía estirar el cuello