Full text: Tomo primero (001)

LOS ÁNGELES DEL ARROYO 771. 
Ruperto estaba atónito de oir aquella especie de filo- 
sofía en su capítulo «la lucha por la vida». 
3 Sentía que en el fondo había una gran verdad; pero 
E los procedimientos para hacer la práctica le horroriz.ban, 
3 —Quédate con Dios, muchacho—dijo al Cojo tirando 
- de Marieta. : 
2 —¿No me deja usted que la dé un beso?—exclamó el 
Cojo. 
a —Sí, hombre, dáselo, 
y El Cojo se puso de nuevo en cuclillas, y tomando la 
manita que tenía libre Marieta la puso en ella una pieza 
- de diez céntimos, y la dijo: | 
-—Pa que te <merques» un bollo, 
Y atrayéndola a sí la estampó dos besos en las frescas 
mejillas, 
—Por vía de... ¡y qué fría tiés la cara, chiqui'la! Si jue- 
fas mayor, por mi salú que mañana tenías una boa de piel 
 Manque tuviera que quitársela de los hombros a la mesma 
_teina de España. 
Después púsose de pie con su pierna encogida, debió 
alisbar entre la gente al Chato, que le hacía señas, y dijo: 
—Adiós, hijita, otro día te daré otra cosa más giúena 
Que tomaré pa ti. 
Y dando zancadas se separó de Marieta y Ruperto y 
Se unió al Chato de Carabanchel, que se escondía detrás 
de la columna de un reverbero, 
os 
—Vámonos nosotros, hijita—dijo Ruperto a la niña. 
—Mira, Rupeto, lo que m'Jao el Cojo—dijo Marieta, 
Y
	        
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