CAPITULO VII
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¡Mí hija!
| hija no sólo es mía,
—¡Calla! ¿Pues cuántos padres tiene?
SÓN —La mar de padres y de madres, porque
ésta es da hija de los golfos»; pero yo soy el padre.ma-
yor, el que manda en ella, aunque desde el Punta hasta la
Tuerta, todos dicen en el Rastro, y por allí, que Marieta
es su hija. Pero ella vive conmigo y con el Punta, que es
su padrino, y nadie me la disputaría sin que yo le saltase
un ojo o dos.
—Vamos a ver: ¿y dónde encontraste esa niña?
—Pos... me la encontré en el torno de la Inclusa.
—¿Cómo fué eso? —pregunté emocionado.
—Pos eso fué que yo había visto ir hacia la Inclusa a
, tina señora muy guapa con un lío debajo de una capa, la
cual señora salió a espetaperros de la calle de las Maldo-
nadas.
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D. A