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LOS ANGELES DEL ÁRROYO 811
A y
—¡Oh, qué niña tan preciosa! — exclamó. Emma—.
¡Cómo se parece a nuestra pobrecita Alicia! —añadió. di-
rigiéndose a carioli, en italiano.
—«¡E vero, e verol»—contestó el actor acariciando la
carita de la niña, que sonreía a ambos.
—¿Me da una limosnita, señora?—dijo la niña, exten-
diendo la manita.
—¿Con quién estás a estas horas, hijita?—la preguntó $
Emma.
—Con mi papá que está allí —contestó Marieta, seña: |
lando a Ruperto, que no se había movido de su sitio.
—¿Y qué has dicho que es tu papá?
-— Actor cómico sin contrata.
—¡Un pobre artista, Cariolit —exulamó Emma volvién
dose hacia su marido.
—¡Oh! Habría que ver eso...-—contestó en italiano e!
actor—. En Madrid, como en todas partes, los mendigos b
y los bribones vagos, toman las denominaciones que más
pueden herir el sentimiento público. Puede que sea ur :
ganapán que se finja actor al lado de un teatro, como se
fingiría héroe de la patria al lado de un cuartel o enclaus
trado cerca de un convento.
¿Convencieron o no a Emma las observaciones de su |
esposo? Ello fué que la actriz sacó de su portamonedas
una pieza de diez reales, y se la dió a la niña. 0
—Toma, hijita, toma...—la dijo—. Haz bien sin saber
a quién.
Después tomó el brazo de Carioli; Bianchi se colocó
al otro lado de la actriz y los tres tomaron calle de Tole-
do arriba.