820 LOS ÁNGELES 'DEL ARROYO
por el gobermador, o sea las doce y media... por un poco
de tiempo, como decían los abroncados empresarios, es”
perando un cambio de autoridad g gubernativa.
La gente salió en la misma fobolé que queda descrita
en vel capítulo precedente, y detuviéronse mientras se abrió
la puertecita del cuarto de primeros actores.
Ruperto peo se de pie más que'de prisa al sentir des-
correr el cerrojillo interior y dar vuelta a la llave
Volvióse a AN la ga
toda la puerta, de la eminente trágica, la cual de un brin-
quito saltó a la acera, seguida de Carioli y eli separáble
galán joven Bianchi
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llarda figura, que ocupaba
a dama que le había dado los die
preciosa, y se abalárzó a ella,
mie bre aque-
mo una
la ragazza! exclamó en el dulce idioma
del a al que estiba ya más acostumbrada que al de
país natal.
Y Emma se bajó hasta la altura de la niña, formando
con su falda una gran pompa que llenaba medía acera.
—Dame un beso, hija mía —dijo a Marieta, cuyos inte-
ligentes ojos de un azu profundo, parecian chispear con
irradiaciones felimas, cuyos de luz arrancados de
aristas de oro, rodeaban su Goñi y se dilataban o CoN"
traían, según eran las impresiones nerviosas de aquella
oriaturita.
wtarieta echó 1os brazos al cuello a Ema, porque