LOS ÁNGELES DEL ARROYO
$e
Quien no vió a Ruperto apoyado de codos sobre una
mesa con mantel, estudiando con la atención de un cha.
radista o un matemático la lista que el mozo le presentó,
no ha visto nunca una cara más complacida, más movibie
y gesticul«dora.
--«Consommé a la royale» —leía—. ¿Qué será esto de
«consommé»> con dos «emes»? Consumido... consumado...
¡Bah! ¡Eso es! Que se ha consumido la «royale»; pues si
no hay... no pido de eso.
«Sopa de fideos...» Ganas tengo de comerlos. ¡Venga
eS de fideos, mozc!
-- ¡Al momento!
e «Bouille a l'espagnole». Traiga ese «bouille
a lespagnole».
—Perfectamente, caballero.
Y siguió Ruperto, leyendo:
—«Omolette, pommes de terre». Un Omolelte pomes
de terre, mozo.
—Muy bien, señor.
—«Fricasée aux oigronsb. Esto de fricasé debe estar
bueno. Y también lo añadió al pedido.
—-Y por último —leyó Ruperto —: «Fromaje holandais»
como postre. Esto debe ser cosa rara... fromaje, ¿qué será
tromaje? En fin... Venga fromaje holandais. e
Hecho el pedido, entretúvose Ruperto en comerse una
concha de rabanillos y otra de aceitunas y un panecillo de
A A e
- e » — > -
o