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888 LOS “ÁNGELES “DEL ARROYO
brazos, de donde la ¡arrancaron para sepúltarla en las
frias ondas. del Océano...
—Fué magna desgracia, en efecto, y comprendo que
conmueva a usted profundamente «su: recuierdo- dijo
Ruperto viendo deslizarse algunas lágrimas por las pá-
lidas mejillas de la trágica. 3
—¡Horrendo recuerdo ! —exclamó Emma envactitud
dramática, extendiendo stus.manos como 'sl quisiera 18-
peler.el fantasma.aterrador de aquel luctuoso hecho.
Hubo una pausa muy necesaria para el efecto trágl-
co, del que la Santoliani no podía prescindir nunca ni
en.la vida privada, hasta en las reyertas conyugales, nO +
muy frecuentes, por fortuna, con Carioli.
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—Pues bien- —dijo Emma— -; ese horrible recuerdo,
que me persigue sin cesar hasta en escena, comunicando
a mi semblante los rasgos naturales del dolor, es im50*
portable para mí en los momentos de vida privada.
—Lo creo sin dificultad, señora. A mí me sucedería:
lo mismo si tuviera que presenciar algo semejante que lea
ocurriese a Mariéta, y eso que sólo soy su padre adopt"
vo, y:nieso ...su protector, su. amparo, su ..
—¡Pero amigo mío..., esa protección que usted la
ofrece es bien precaria, bien Pa
—Lo es, sí, señóra, lo es . pero..
—Y o, en cambio, la efrtace da mía, no sólo eficaz
para el presente, sino para el porvenir,
-—¡0h!, bien lo comprendo...