LOS ÁNGELES “'DEL-''ARROYO 1007
y apareció una vieja con todas las trazas de ¿una* Celesíi-
na; nariz de pico de loro, boca sumida por la. falta de |
dientes y la cara con más pliegues que una' sobrepellis
rizada.
Además era muy picada de viruelas.
El conde entró en el portal.
—Diga, señora—dijo ala portera—: ¿quiénes son esa:
dos jovenes que acaban de entrar?
—¿Dos rubias?
—Sí,
—La señora Anatalia Ruidera y su hija Virtudes.
—¿En qué piso viven?
—En el sotabanco... digamos piso quinto, sólo que 1
tiene ba'cones a la calle.
—¿Y qué son el as?
—Pues.., la madre, la señora Anatalia, es planchadose .
de fino, y riza y pliega faldas que es un primor, La je
hace pecheras para camiserías,
—Pero... bien... ¿qué con lucta es la suya?
—¿Qué conducta?
«Si son honradas O...
—¡Ay, señor! ¡Qué preguntis hace usted! ¡Honradar:
¡Pues no han de ser honradasl
—¿Usted sabe lo que es esto? —le preguntó el condew
la vieja.
- —¿Eso?
—Sí, ese papel.
— Pues qué ha de ser, sino un billete de velnticinco pa
Setas?
—Tómelo usted.
l