Full text: Tomo segundo (002)

98 LOS ANGELES DEL ARROYO 
con guantes, cosa que él no acostumbraba usar, porque 
no se ha hecho la piel de cabrito para manos de asno, 
Dejó sobre una silla el sombrero de copa, flamante, 
como comprado para aquel acto del entierro, y se aproxi- 
mó a las dos mujeres. 
—Gracias a Dios que se te ve—le dijo Clara. 
—¿No me has visto en el entierro? 
—Creí que no habías asistido a él. 
—¡No faltaba más!... ¿Ti crees que soy yo algún ani- 
mal como me llama tu Colás?... 
—¡Mi Colás! 
—5Sí, bueno... dejemos eso. Tú sabrás si es tuyo o de 
quién es. 
—No, no... Aclaremos eso antes de pasar adelante, 
—Poco tiene que aclarar. 
—Yo no lo veo claro. 
—Yo, sí. 
— Pues dilo. 
—No se necesitan muchas palabras... 
—A ver. 
—Colás es tu amante. Ya ves: cuatro palabras, 
—Mientes. 
—¿Miento? 
—Sí, mientes, y con esa suposición crees vengarte de 
que he rechabado tus indignas pretensiones. 
—No hay nadie que no-lo crea en el Hotel. 
—Donde serás tú quien ha inspirado la calumnia,
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.