Full text: Tomo segundo (002)

LOS ÁNGELAS DEL ARROYO 1067 
—¿A ti sola? 
—Sí, 
—¿De modo que tu padre no lo sabe? 
— ¡Tu padre!... ¿Acaso ha dejado de serlo tuyo? 
— Puede. 
— ¡Qué cosas tienes, Arturillo! ¿Conque ha dejado de 
ser tu padre el que te dió el ser? 
—Casi. 
—i¡Por qué! Por un pequeño altercado en que... 
— Un altercado en el que con esa frase se lanza a un 
hijo de su casa, Elena, no es un... «pequeño altercado», 
es una cosa muy gorda. 
—Y de mucha trascendencia. 
—Ya ves si la ha tenido, puesto que me ha «hecho de- 
Sertar de mi casa y cambiar de arriba abajo la faz de mi 
existencia. 
,—Eres muy suscéptible... 
«—¡Caramba! Si eso me lo hubiera dicho el señor duque 
de Torremolinas a los quince años... todavía tendría pase; 
pero a los veinticuatro, eso no se puede tolerar sin poner 
el inmediato remedio, 
—Pero, hijo, qué remedio tan escandaloso... ¡irte de 
tu casal... 
—¡Oh! Pues no creas que a nadie le oculto cuál es el 
Motivo. Ya he encontrado cuatro o cinco amigos de la 
familia, de los que no estaban enterados de mi resolución, 
y seylo he dicho. 
—Habrán dicho que estás loco. 
—Unos han creído que era una gran susceptibilidad 
Mía, y otros han aprobado esa resolución. Los primeros
	        
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