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LOS ÁNGELES DEL ARROYO 7
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recibió el encargo de Clara de avisar a Marieta y a Colás
la gravedad de don Ramón María Narvález.
Poco después de recibir el aviso en el teatro, dondá
estaban ensayando, se presentaba en el Hotel Imperial
Marieta.
Debemos decir, antes de continuar, que después de
haber rehusado el doctor Letamendi el reconocimiento
que su padre le ofrecía, como Marieta había rehusado el
ser reconocida por Letamendi, no a gran disgusto de éste,
que ya hemos visto no se había entusiasmado con la idea
de reconocer a Marieta como hija; no obstante aquellas
renuncias, el duque había considerado a María como su
nieta, y complacíase en darla este nombre y en hacerla
ricos presentes, porque ya sabemos que el duque era ge-
neroso y espléndido,
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Marieta se acostumbró pronto a considerarle y lla-
marle abuelo, y así, al entrar en las habitaciones que en
el hotel ocupaban los duques de la Sonora, Marieta lo
hizo precipitadamente y agitada, y preguntó a Clara que
la salió al encuentro:
—¿Qué tiene mi abuelo?
— Hija, muy malo.
—Pero... ¿de peligro?
—No lo sé, He mandado llamar a doctor Romakow,