Full text: Tomo segundo (002)

1126 LOS ÁNGELES DEL ARROYO 
Los descendientes de esis aves, así como las sagra- 
das ocas, los gansos del Capito'io, han sido mantenidos 
desde entonces a expensas del público, que les da su ali 
meno abundantísimo cuando la campana de la Torre del 
Reloi toca las dos de la tarde. 
Entonces, las bandas de palomas caen desde las to- 
rres de San Marcos y de los tejados del palacio de los' 
Dux (+! palazzo ducale). El público, las arrcja trigo y ye: 
ros, y nadie es osado a tocar ni molestar lo más mínimo 
a las palomas, que pasan entre los pies del público como 
avecillas domésticas sin asustarse de nadie, 
A'ejandra y Nicolás, salían todos los días, desde que 
estaban en Venecia, que ya hacía una semana, para pre: 
senciar el festín de las palomas y llevar as su contingente 
' de trigo y de migas de pan, que Alejandra desmenuzaba - 
- en la mesa en los intermedics de uno a otro plato, y se 
llevaban luego en un cucurucho a la Piszzeta, 
Iban los amantes como dos chiquil'os, corriendo, cada 
uno con su cucurucho de trigo y de migajas de pan, rien- 
do y bromeando como locos. 
¡Qué hermosa es la juventud! ¡Qué hermoso es el 
amor! 
Aquellos dos jóvenes no habían hecho pacto con el 
porvenir. 
Acababan de llegar de la India, de la China, del Japón; 
habían cruzado la América por el ferrocarril del Pacifico. 
Visitaron New Vork y después Washington y regresaron
	        
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