Full text: Tomo segundo (002)

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LOS ANGELES DEL ARROYO 
Puede usted retirarse, señor Nemesio, y volver maña-- 
na a darnos su contestación definitiva. 
Fué el tono con que Marieta pronunció estas frases | 
“an altanero, tan despreciativo y tan resuelto, que Nemer 
sio no supo qué replicar. 
Había cambiado para él la excesiva, la inexplicable to» 
lerancia de Clara, y ya no le quedaba más recurso que la Y 
violencia. 
Si la cometía en un establecimiento público, saldría 
atado codo con. codo y arrojado a una de esas sentinas Y 
que en Rusia llaman cárceles, ó 
Nemesio había oído hablar de ellas y temblaba de pa- 4 
vor sólo pensar lo que allí había de sufrir años enteros | 
bajo el kout, y en los horribles trabajos forzados de los HH 
presidios de Rusia, AV 
Nemesio tomó sú sombrero y dijo con sombrío acentos? 
—Hasta mañana, pues. il 
Y salió del gabinete, de aquel departamento que ha-* 
- bía escogido Clara para los dos, con cuarto independien*" 
$e pero juntos, como el salón, el cuarto de tocador y uN 
- pequeño comedor, donde pensaban comer mientras estur 
¡viesen en San Petersburgo. ;
	        
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