Full text: Tomo segundo (002)

LOS ANGELES DEL ARROYO 1149 
Cuando se les pide una cacería de esas para que las pre- 
sencie un extranjero, porque es una «great atractión» to+ 
davía esa de las cacerías de fieras que los ingleses han ex- 
terminado como los indios, pero que conservan en jaulas 
para atraer extranjeros, a quienes desollar en Calcuta y en 
Bombay y otros puntos de la India. 
Para ellos todo es negocio, y en los bosques indosta- 
Nos hay rajahs de paja, que creen los tontos que son ra- 
Jahs y viudas de verdad. 
—¿Pero es posible eso, Colás? 
—|Vaya! Y si no, pregúntale a la condesa que habló 
Con una viuda de esas de rajahs de paja, que la confesó 
Que era una tal Manuela que vendía churros en la plaza 
de Antón Martín, de Madrid. 
—¿Y la quemaron? 
—Sí; la quemaron en efigie, haciendo de mujer del rajab 
Otro saco de paja con un vestido colorado y un manto 
blanco que cubría el «cadáver», y la viuda original, la de 
los churros, estaba ya escondida o a la sombra, como di- 
pen los pilletes, 
-—¡Cuanta farsa!... 1408 
E —¡Chica, si todo está así por ahí. Hay quien dice que 
$ Ya las cataratas del Niágara no existen y que lo que hay 
[Ahora es un artificio teatral con lienzos y máquinas, que 
Y E hacen la ilusión de que siguen las cataratas, cuando ya el 
flo Niágara no lleva más agua que la fuente del Berro o 
la de la Teja. 
—¿De modo que las nieves eternas que cubren las cimas 
del Jungfran no son verdad? 
—Dicen cue las hacen con sacos de harina... 
pe. 
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