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1156 LOS ÁNGELES DEL ARROYO
Los trajes son los mismos que en aquella época, entre
los jóvenes que tripulaban las barcas, y los palacios obs-
tentan el mismo lujo y adornos que en el siglo Xv.
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Los que han tomado parte en aquella pintoresca liza,
reaparecen bajo el puente de Rialto, mientras los vencidos
retíranse avergonzados y mohinos a los canales más estre-
chos y obscuros y solitarios.
Los que van delante, fuerzan el remo entre aplausos y
vítores.
Algunos golpes más de remo, y el que gana el record,
como se dice ahora, coge la bandera roja, el segundo la
azul y los tercero y cuarto las verde y amarilla,
En estas regatas el vencedor primero se enriquece,
pues además del premio en metálico, el gondolero salta de
barca en barca y recibe de los espectadores una lluvia de
monedas de plata y algunas de oro, y a la noche y al día
siguiente hace una segunda colecta por los barrios habita-
dos por su partido.
El desfile, terminada la regata, es admirable.
La gente ocupa las góndolas y sigue a la música que
recorre todo el canal.
La confusión y la masa de góndolas es tal, que los
gondoleros no se sirven del remo sino para resistir los
golpes de las barcas más fuertes. La masa de barcas avan-
za sin saberse cómo.
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