1230 LOS ANGELES DEL ARROYO
—Estoy dispuesto; Cuando usted quiera,
Habló de usted a su padre por primera vez en su vida;
Aquel usted hizo en César una impresión dolorosa.
Era la demostración de la obediencia pasiva a una
fuerza superior incontrastable, pero que rompía también
esos dulces lazos de la confianza entre el padre y el hijo,
que algunos son de opión que no deben existir y tal vez
tengan razón.
Las relaciones entre padre e hijo son muy difíciles de
señalar como regla general,
Pero hay dos sistemas perfectamente definidos que
comparten la opinión de las gentes.
Opinan unos que entre el padre y el hijo debe exis-
tir siempre una barrera de respeto que rechaza el tuteo y
toda clase de confianzas.
Otros son de parecer que el hijo ha de ver en su pa-
dre el mejor amigo, sin llegar al grado de confianza de la
amistad íntima.
Tal vez ambas opiniones sean razonables, pero no lo
es aplicar cualquiera de esos dos sistemas en todos los
casos y para todos los caracteres.
Se ha dicho, no sin razón, que la mucha confianza es
causa de menosprecio, el axioma no podía menos de al-
canzar á las relaciones de padre a hijo.
Más fácil es mantener el principio de autoridad pater-
mal en un sistema de serenidad y de absoluto respeto, que
en el de la confianza amistosa,