LOS ANGELES DEL ARROYO 1275
comisionado de contratar el teatro, que era una barraca,
y que alquilamos en cuatro piastras diarias.
Cmo no sabía ninguno el italiano, yo escribí como
pude el Don Juan Tenorio, de Zorrilla, en italiano ma-
carrónico, que nosotros decíamos ser el dialecto de una
parte de la Andalucía.
Había aquello de
¿Non é veto argelo d'amore
che in questa apartata orilla
in ciel la luna fiel billa
é uno respira meliio'e?
La barca d'el p2scatore...
Y así de lo demás.
Figúrese usted, señor Arturo, la bronca que se ar-
maría en cuanto yo, que hacía de Tenorio, empiezo di-
ciendo:
Come gridan questos maledetos
me mal rayo mi parta
si en acabando questa carta...
¡No! A mí sí que no me dejaron acabar.
Un diluvio de patatas, de tronchos de coles, y hasta
Tres o cuatro sillas, vinieron sobre mi cabeza, y tuve que
desaparecer por el foro.
Se armó un griterío de órdago. Acudió el alcalde
con dos gendarmes, y apaciguaron el tumulto ; pero nos
impusieron, por escándalo público, veinte liras.o la pri-
sión subsidiaria del director, un zapatero de viejo del
astro, que creyó aquello de que «nadie es profeta en