Full text: Tomo segundo (002)

LOS ÁNGELES DEL ARROYO 
—¡Cómo! ¿Alejandra Paulatoski? 
—La misma. 
—Pero... ¿eso es cierto? 
—Ya te lo dirá él, porque, justamente, hoy, hablando 
de eso, me dijo: «¡Cómo va a sorprenderse Clara cuando 
se lo digal»... 
—Pero, hija, hija... con la conversación no veo al abue- 
lo... Vamos a su dormitorio, 
Me ole ale 
Era éste una de las cuatro piezas de que se componía 
el departamento que ocupaban los duques de la Sonora 
en el Hotel Imperial: un gabinete, una gran alcoba, un 
cuarto de tocador detrás de ésta, y más allá un cuarto 
dormitorio más sencillamente amueblado, 
El mobiliario de estas tres piezas era lujoso y digno 
del renombre de que gozaba el Hotel entre los viajeros 
ricos que visitaban San Petersburgo. 
El gabinete estaba muy bien decorado y con portieres 
y aliombras, que hubieran podido competir con los del me- 
jor palacio, En la alcoba, que era tan grande como el ga- 
binete, veíase un gran lecho con elegantes cortinajes de 
damasco verde. 
Era el lecho de Clara. 
Una mesita de:noche, un velador centro, varias sillas 
tapizadas de la misma tela que las colgaduras del lecho y 
un diván, completaban el mobiliario, al que había que 
añadir un biombo de estilo japonés, colocado delante de 
la puerta de entrada, e 
Tomo Il
	        
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