Full text: Tomo segundo (002)

LOS ÁNGELES DEL ARROYO :' 1343 
nueve años, habíase entregado sin freno a los vicios que 
alimenta aquella ciudad de perdición, lo mismo para el 
hombre que para la mujer, donde tan en minoría están las 
honradas, y tan fáciles son lo mismo las que lo parecen 
que las que públicamente no lo son, al menos según nos 
las pintan los escritores franceses, que honran a su patria 
describiéndola como un inmenso burdel, donde sobrena- 
dan algunas beneméritas matronas y algunas auténticas 
doncellas, como garbanzos negros en una olla grande. 
Federico sabía todos los rincones del París vicioso que, 
en realidad, cualquiera encuentra allí a la vuelta de una 
esquina. 
En la calle, en los teatros, en las cervecerías, en los 
restaurants, en las casas de baños, en las tiendas, en las 
carreras, en el bosque, en todas partes, se aspira un aire 
de corrupción que ahoga. 
Y los que están habituados a aquella atmós poc viven 
en ella con el alma en putrefacción y con el cuerpo lleno 
de lepra. 
Y no es lo peor que e'los lo estén, sino que van infi- 
cionando a todos los otros con quien se reunen, 
Así, Federico Iinficionó a Ricardo, sobre el que no bas- 
taba la vigilancia maternal, ejercida hasta cierto punto, por- 
que sólo un padre hubiera podido> penetrar en los amos 
misteriosos donde Federico le llevaba, para arrancarlo de 
los tentáculos de aquel inmenso pulpo del vicio parisién, 
- que no suelta cuando coge una víctima, hasta chuparla y 
devorarla completamente.
	        
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