Full text: Tomo segundo (002)

1366 LOS ÁNGELES DEL ARROYO 
samiento. Y que, como los dos se querían, no se abando- 
narían jamás. 
Ricardo la había hecho creer que esto estaba tan ad- 
mitido en Francia, que así estaba casado su amigo Fede- 
rico y casi todos sus amigos, y les iba muy bien, 
Cómo y con qué calor se expresaría Ricardo, y con 
qué ingenio la haría tragar las mentiras, que Virtudes ac- 
cedió a marcharse con él por el pronto, y después a vol- 
ver por su madre, a quien ella no podría abandonar. 
Tales eran las disposiciones acordadas entre ambos. 
Lo que Ricardo no pudo lograr fué el anticipo que 
solicitaba y que Virtudes se negó a concederle, 
—¡Qué de seductivas ofertas la hizo para decidirla a 
seguirle! 
—Mira, Virtudes —la decía—: He visto un pisito en un 
hotel, que lo alquilan y que está rodeado de un jardín 
monísimo lleno de flores como una canastilla. Allí viven, 
en otros dos juntos, Federico con su novia, una mucha- 
cha como tú, que viste con mucha elegancia, como tú ves- 
irás, porque ella tiene una modista muy buena y muy ba- 
rata. 
En el otro pisito vive una baronesa, muy guapa y muy 
rica, con su novio, como yo, estudiante en medicina. 
Tiene dos carruajes y siempre sale con Cleo, como 
saldré contigo por aquellos magníficos paseos de los 
Campos Elíseos y el Bosque de Bolonia, 
La baronesa da con frecuencia «tés dansants»,a los que
	        
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