de que Anatalia se ha
ÁNGELES DEL ARROYO
portera de la casa, desde que la colocó mi padre hace
veinte años, de la conducta de mi antigua amante, de esa
mujer seducida por mí y a quien no he podido cumplir mi
palabra, porque mi padre me casó y casado he estado, has-
ta hace poco que enviudé. Muerto ya también mi padre,
me dije: «Si Anatalia ha observado buena conducta, me
casaré ahora con ella y daré mi nombre a mi hija, que es
esa jovencita a la que ni tiempo he tenido aún de abrazar
como padre». Vine, como he dicho, y Brígida me informó
abía conservado honrada, a pesar de
verse seis u ocho meses perseguida por ese hombre, que
creo acaba de perder la razón.
—Sí, está loco—dijo el médico—, y le he hecho con-
ducir al hospital en un carruaje que había en la calle de
San Agustín, y que, por lo visto, esperaba al joven que ha
sido herido por su padre y al que han llevado a la casa
de socorro.
. —¡Ah, señor doctor! ¿Está muy mal herido Ricardo? —
preguntó Virtudes, cruzando las manos delante del doctor.
—Hija mía, no le he visto, y hasta que vayamos a 'a
casa de socorro, no sé qué gravedad será la suya,
se ole
Virtudes volvió a caer en una especie de atolondra-
miento, del que sólo había salido momentáneamente para