Full text: Tomo segundo (002)

LOS ÁNGELES DEL ARROYO 1391 
tranquilo y dormía, y mandó enganchar un carruaje, ha» 
ciéndose conducir a la calle del Prado, 
Quería saberlo todo en su origen más puro, 
Llegó aquella mañana cuando Brígida estaba barrien- 
do la puerta de la casa. 
MÑ —¿La señora Anatalia?... —preguntó. 
| — ¿La planchadora? 
—Si, 
—Piso principal derecha. Hemos ascendido —contestó 
Brígida con socarroneria—. Ya no plancha. ! 
—¡Ah! ¡Cómo! ¿Ya no es planchadora? | 
-—No, señora, no. Le ha caído la lotería, ¿sabe usted?... 
—¡Ah! No sabía, 
—Pues sí, señora. Ya ve usted, Se casa con el amo de 
la casa, que tiene muchos miles de duros. 
— ¡Se casal 
—SÍ, señora: como que es el padre de Virtudes... ¿Co- 
noce usted a la Virtudes? 
—No; pero sé que es muy bonita, 
—No es fea... pero otras son más bonitas. 
-——¿Y qué? 
—Pues nada... que el señorito Ulpiano, que antes de 
casarse tuvo esa chiquilla de la Anatalia, se ha quedado 
viudo, y como los arrepentidos son lo que Dios quiere... 
—Desea enmendar la falta que cometió con la Anatalia,
	        
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