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1398 LOS ÁNGELES DÉL ARROYO
+-No, no, hijo mío; no volveremos. Ha sido para ti
muy perjudicial la estancia en París,
He leído la última carta que te ha escrito tu amigo
Federico, y me ha dado vergúenza, Ricardo,
¡Qué lenguaje y qué noticias te da tan asquerosas!
No habla más que de mujerzue!las que tú has conoci-
dn, te recuerda las orgías a que asistías con él... en fin,
hijo, que ese hombre ha sido tu diablo familiar, tu Mefis.
tófeles,
—Sí, sí... ahora comprendo que ha sido para mí una
compañía perjudicial la suya.
Por consejo suyo, intenté esa loca aventura en que
debía de hacer víctima a mi pobre Virtudes...
La condesa volvió al otro lado el rostro y levantó los
ojos al cielo con resignación.
-+=¡No la olvida! —murmuró.
—Ya está buena, ¿sabes, mamá? /
—¿Quién?—preguntó Adela, como si no cayese en
quién era a quien su hijo se refería.
—¿Quién ha de ser? Elia... Virtudes... Ayer me escri-
bió, ¿sabes?
—¡Ahl, ¿sí?
—Si... Su:madre se casa hoy con el padre de Virtudes,
con el señor Vázquez. Viven ahora en el cuarto principal
desu casa.
Dice que su padre la quiere mucho y que la ha puesto