Full text: Tomo segundo (002)

LOS ÁNGELES DEL ARROYO 135 
” 
Era éste un señor ruso de ochenta años, de un carác- 
er despótico, atrabiliario, intransigente, que hacía más 
grio e insufrible la gota que padecía, y le obligaba a per- 
Manecer empotrado en un sillón, con la pierna extendida 
Sobre otro y entrapajada con vendas y bayetas. 
Era el mismo dia en que hemos visto despedirse a Ne- 
Mesio de Clara. . 
La joven Sofía, resuelta a salir de una vez del paso que 
Su prima Alejandra le había aconsejado, entró en el cuarto 
de su tío con semblante alterado y que revelaba una pro- 
- funda preocupación. 
2 Acercóse a su tío, tomó un puf de terciopelo, y lo acer- 
Có al sillón del conde sin hablar ni prevenirle de nada, 
El conde la miraba con extrañeza, porque Sofía siern- 
pre había pecado de alocada y risueña, y era rara, excep- 
“nal en alto grado, aquella gravedad, que no era afectada, 
Y que debía responder a un estado especial y anormal del 
Spíritu de aquella muchacha. 
Cuando se hubo sentado y apoyado en el brazo del 
llón de su tío, éste, que se había retirado sorprendido al 
Otro extremo del respaldo, la preguntó entre temeroso e 
Mpaciente: 
—¿Qué quieres? 
—Quiero... hablarte, tio, 
—¿De qué?
	        
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