1414 LOS ANGELES DEL ARROYO
Así llegó a los dieciocho años y la muchacha, ya en
pieno desarrollo, concibió una loca pasión secreta... muy
secreta, pero que la manifestaba discretamente por un cui-
dado extremado con todo lo-que pertenecía a Enrique.
Era ella la que cuidaba de arreglar su cuarto y su des-
pacho.
Enrique se encontraba siempre aquellas dos habitacio-
nes primorosamente cuidadas, limpios y relucientes los
muebles, bruñida la escribanía de plata; cepillada su ropa
de diario, puestos pasadores y gemelos en las camisas
limpias, que Enrique se mudaba un día sí y otro no, y
hasta el sombrero de copa cepillado y guardado en la
sombrerera; flores en el despacho, en los floreros de su
chimenea, agua limpía en su jofaina y en el enjuagatorio
de la mesa de noche.
Una madre extremadamente cuidadosa no hubiese te-
nido las previsiones y cuidados que Camila tenía por En-
rique.
Cuando doña Eulalia daba su vuelta por aquellas ha-
bitaciones de su hijo por ver si faltaba algo, observaba
aquel esmero que resplandecía en todo mientras en el res-
to de la casa dejaba mucho que desear el cuidado de la
doncella de doña Eulalia, que cargaba sobre la criada el
peso de la limpieza, mientras ella:se dedicaba a repasar la
ropa de Enrique, que separaba de la que la costurera re-
pasaba todas las semanas.
Doña Eulalia, al observar aquella predilección de Ca-
mila por todo lo de Enrique, decía a éste riendo:
—Cualquiera diría que Camila está enamorada de ti.
V.esto, que algunas veces lo decía delante de la misma