LOS ANGELES DEL ARROYO 1439
mi hermana Elena, y el abrazo cordial del que dentro de
un mes te emulará, uniendo su suerte a la de la mujer
que tanto ama».
En la carta a su hermana, Arturo la encargaba que en-
tregase a su amigo Octavio, en su casa de la calle de Le-
ganitos, la cantidad de cincuenta mil pesetas.
Las habitaciones ocupadas por Clara y María consta-
ban de un salón, dos gabinetes con alcobas y cuartos de
tocador y cámara de baño.
Eran las habitaciones que se reservaban siempre para
personajes millonarios, de los que viajaban como turistas
y tocaban en Buenos Aires.
No había en hotel alguno hospedaje más caro, y pue-
de calcularse lo que costaría el hospedaje de las dos en el
primer hotel de una ciudad en la que todo cuesta un ojo
de la cara.
El salón de su departamento, veíase frecuentado por
Y todo lo más selecto en hombres de la sociedad financiera,
l que es la aristocracia argentina, porque allí no existe la
¡aristocracia de sangre azul, que sólo se conoce en las vie»
jas sociedades europeas.
Los pueblos nuevos que aun no llevan un siglo de
| constitución, no pueden tener aristocracia de abolengo, y
con sus instituciones republicanas mucho menos, lo cual
| no impide que haya una línea divisoria de clases entre la
Adinerada y la pobre.
Es la adinerada, pues, la aristocracia bonaerense, y a