LOS ÁNGELES DEL ARROYO 1493
—Conque, mi capitán, le esperamos a comer. Vamos
a ver si arreglamos una boda...
—Buenos estarán mis cuarenta con los veinticinco años
] del capitán. No podríamos pasar por ningún mercado sin
| que nos tiraran troncos de coles—exclamó Clara.
El capitán prometió volver a la hora de comer y se
retiró.
Y como todavía no se habían quitado el polvo del ea-
mino, Arturo pasó a sas habitaciones particulares para la-
varse y vestirse, y María se llevó a su cuarto de tocador
a Clara.
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