LOS ANGELES DEL ARROYO 1503
Allí no verás que ninguna mujer insulte a otra, espe-
cialmente en unas señoras rivales; pero si pueden hacerse
daño cruel sin escandalizar, lo hacen con la mayor sangre
fría.
Aquí en Madrid y en casi toda España, la mujer grita,
llora, pelea, insulta y hasta hiere o mata si es preciso,
La catalana no da nunca dos cuartos al pregonero de
lo que ocurre en su casa, para que no se enteren en las
demás; pero obra con mala intención, y cuando puede hie-
re al enemigo o enemiga, desde la oscuridad, pero con
seguro acierto,
Cuando Monserrat se enteró de que Arturo y madame
Corsier se habían retratado juntos en tan comprometedora
postura, dirigióse acompañada de Carlota a la galería fo-
tográfica del señor Lindon, un inglés que era el dueño de
aquel establecimiento, al que no concurría más que gente
de la clase que te he dicho. La chica me refería así la es-
cena que tuvo lugar en la galería del señor Lindon.
—Entramos—me decía—, y salió a recibirnos un señor
bajito, calvo, muy calvo, con una especie de melena rubia,
con un bigotillo y una barbita corta, vestido con su terno
gris de chaquet y chaleco blanco.
—¿El señor Lindon?—preguntó mi ama.
—Servidor de usted —contestó con acento burlesco el
señor Lindon.
—Pues... yo quisiera retratarme...
— ¿Plásticamente?
—No; no, señor... /
—-Es que si usted lo desea... aquí hay absoluta reserva.
Sola o acompañada... y en la forma que usted quiera,
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