LOS ANGELES DEL ARROY(
un abogado cuyo bufete le producía de quince a veinte
mil duros anuales, lo que constituye una renta de mi-
llonario.
Vivían en una hermosa casa sola, de las antiguas de
Madrid, en la Cuesta de Santo Domingo, en la que En-
rique tenía su bufete, que ocupaba el piso principal, por-
que tenía pasantes que trabajaban en otras piezas inde-
pendientes del despacho.
En el piso segundo habitaba la familia, compuesta
de doña Eulalia, Camila, la antigua doncella de ésta, y
Enrique, el jefe de la familia.
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Exteriormente, todos los hogares domésticos, cuando
sus interioridades no repercuten fuera, ni se les ve pros-
perar y con apariencia de bienestar, todos parecen muy
felices.
Pero si se penetra en aquel interior y se observa su
forma de existencia, los caracteres y las condiciones de
cada individuo y las relaciones de unos con otros en aque-
lla pequeña sociedad, se verá la diferencia que existe en-
tre lo real y aparente y cómo no es el mismo aspecto el de
la vida doméstica que el que ofrece cada familia al mun-
do exterior. E
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Enrique, según hemos tenido ocasión de conocer,
aunque despierto y talentoso para su profesión, era un
inocente en cuestión de mundología.
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