1523 LOS _ ANGELES DEL. ARROYO
— ¡Qué deeila tan finita tiene usted!. me
Ahora la doncella, que había dejado por todos es-
tilos de serlo, parecía una señora De a, falta de trato y
de ilustración, diciendo cada barbarismo y tontería y
móstrando tan supina ignorancia y ta 21 falt ta de cultura,
que cualquiera se habría creído recibido en la cocina por
la criada mientras salían los amos a recibir la visita.
Entonces llamaba al criado y decíale:
—Avise usted a la señora que están aquí estos seño-
res a hacernos una visita.
Y salía doña Eulalia y el contraste era terrible.
Parecía como si una señora demasiado llana hubiese
dado participación a su doncella en el trato de sus rela-
ciones, caso raro que no se ha conocido nunca, al menos
entre gente de algún viso.
A cada momento estaba temiendo doña Eulalia que
su nuera asomase la alpargata bajo el vestido de seda, y
más de una wez había visto dibujarse en los labios de
aquellas personas ante quienes hablaban una benévola
sonrisa al soltar.la ex camarera alguna frase que olía a
las Vistillas o a lugarejo inculto,
PER
Doña Eulalia, que era una señora a carta cabal,
sufría lo indecible cada vez que por causa de Camila le
asomaban los colores al rostro por alguna rudeza, alguna
frase inculta o alguna ordinariez, que ponía de relieve la
naturaleza social de su nuera.
Esto fué creando en ellas un antagonismo, que de-
generó en altercados más o menos vivos, según la clase