Full text: Tomo segundo (002)

1523 LOS _ ANGELES DEL. ARROYO 
— ¡Qué deeila tan finita tiene usted!. me 
Ahora la doncella, que había dejado por todos es- 
tilos de serlo, parecía una señora De a, falta de trato y 
de ilustración, diciendo cada barbarismo y tontería y 
móstrando tan supina ignorancia y ta 21 falt ta de cultura, 
que cualquiera se habría creído recibido en la cocina por 
la criada mientras salían los amos a recibir la visita. 
Entonces llamaba al criado y decíale: 
—Avise usted a la señora que están aquí estos seño- 
res a hacernos una visita. 
Y salía doña Eulalia y el contraste era terrible. 
Parecía como si una señora demasiado llana hubiese 
dado participación a su doncella en el trato de sus rela- 
ciones, caso raro que no se ha conocido nunca, al menos 
entre gente de algún viso. 
A cada momento estaba temiendo doña Eulalia que 
su nuera asomase la alpargata bajo el vestido de seda, y 
más de una wez había visto dibujarse en los labios de 
aquellas personas ante quienes hablaban una benévola 
sonrisa al soltar.la ex camarera alguna frase que olía a 
las Vistillas o a lugarejo inculto, 
PER 
Doña Eulalia, que era una señora a carta cabal, 
sufría lo indecible cada vez que por causa de Camila le 
asomaban los colores al rostro por alguna rudeza, alguna 
frase inculta o alguna ordinariez, que ponía de relieve la 
naturaleza social de su nuera. 
Esto fué creando en ellas un antagonismo, que de- 
generó en altercados más o menos vivos, según la clase
	        
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