Full text: Tomo segundo (002)

A 
LOS ÁNGELES DEL ARROYO 1547 
Dábala, sin embargo, vergúenza apelar a su marido 
para que la autorizase a darles dinero. 
Y como regularmente las mujeres no suelen prever las 
consecuencias de una determinación imprudente, ocurrió- 
sele que cumpliría con aquel deber de parienta haciéndo- 
les comer en la casa, a escondidas de su marido y suegra, 
sin perjuicio de darles alguna cantidad de la que Enrique 
la tenía destinada para alfileres. 
A este fin, se puso de acuerdo con el criado del come- 
dor, para que introdujese a sus tíos y primitos en una sala 
de un patio trasero, donde les bajaría de comer a los cuatro 
y de almorzar por la mañana. 
La pieza dispuesta a este objeto, era el cuarto del 
criado, que era muy grande, y amueblado con la senciilez 
propia del cuarto de un sirviente, con un lecho, una mesa 
de pino espaciosa y cuatro sillas de aneas finas de Vitoria, 
una cómoda y una percha. 
Un estudiante no podría estar mejor hospedado en un 
pupilaje de cuatro pesetas. 
vurante una semana fué bien la cosa; nadie se había 
enterado de que en aquel patio se reunía una familia para 
comer los restos de la mesa de su sobrina, 
Pero como la gente ordinaria parece tener los sentidos 
obstruídos, o bien porque su natural llaneza hace tomar 
en seguida la tierra y creerse siempre en su propia casa, 
los tíos de Camila cometieron una de esas imprudencias 
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