Full text: Tomo segundo (002)

LOS ÁNGELES DEL ARROYO 1555 
Levantóse al sentir entrar a su marido y escondió la 
escritura debajo de la carpetita de terciopelo negro sobre 
que escribía, 
— ¿Qué es eso...? ¿Qué guardas ahí?—le dijo Enrique 
sonriendo, porque adivinó lo que era. 
—Nada... no es nada... déjalo... 
—No, no; yo quiero ver los progresos que haces. 
Y levantando la carpeta descubrió el cuerpo del delito. 
—Muy bien, muy bien; a ese paso, chica, pronto me 
ayudarás a escribir pedimentos. Ven acá y háblame clara 
y terminantemente. 
Enrique se sentó en un sofá y sentó sobre sus rodillas 
a Camila. j 
— ¿Qué quieres? 
—Dime: ¿Qué hace ahora tu tío? 
—Nada. No trabaja. 
—¿Y de qué comer 
—De lo que yo les doy a él, a mi tía y a mis sobrinos. 
—¿Se lo mandas a casa? 
—No se lo comen aquí. 
-—¿Dónde? 
—En el cuarto de Eugenio, donde vienen todos los días 
a almorzar y a comer, 
—Bien; no has querido engañarme y eso me prueba 
que has de ser siempre leal conmigo. 
.—Como no hacía ningún daño, ni gaslo, poraue co- 
men las sobras de nuestra mesa y de los criados... 
—Eso es muy feo. Mira. 
— ¡Quél 
—Yo temí siempre que tu gente se introdujese entre
	        
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