Full text: Tomo segundo (002)

LOS ÁNGELES DEL ARROYO 1565 
-——Pero siquiera que hubieran comido en la cocina o en 
el comedorcillo de los criados, que está al lado; pero no 
en la mesa contigo... 
Le he estado viendo a él, al «Tomatito», vaciando el 
tuétano del hueso y extendiéndolo sobre la rebanada de 
pan, y... ¡qué modo de comer, con los dedos y limpiádo- 
selos en el mantel, y bebiendo vino con la boca llena de 
comida, dejando lleno el vaso de migajas y grasa de los 
bigotesl... 
¡Vamos... que yo no podría comer con ellos! Y no sé 
cómo no se ha puesto en mangas de camisa y con las 
mangas levantadas. 
—¡Ah, no! —dijo Enrique—. Si tal hubiese intentado, 
yo no lo hubiera permitido. 
—Ya lo permitirás con el tiempo, hijo mío... 
¿Y o? 
=Si... cuando se empieza a ceder en tunas cosas, se 
acaba por ceder en todas. Esa gentuza acabará por vivir 
con vosotros. 
—¡Qué, mamá! 
—Lo mismo me decías cuando te predije que los sen- 
tarías a tu mesa, y mira si me equivoqué. 
—Pero eso es por un día. 
tra 
Por un día fué... pero a aquel siguieron los de un 
parto laboriosísimo, que exigió la intervención de médico 
cirujano y el cuidado asiduo de una mujer. 
De aquí resultó que durante los dos días de parto, los 
ocho de enfermedad y los quince o veinte de convalecen- 
y 
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