LOS ÁNGELES DEL ARROYO 1573
Tampoco creo que por su talento te domine, como
algunos hombres lo están por una esposa muy inteligente
y que sepa de mundología más que ellos.
Tampoco creo que sea tu mujer un guardia civil, de
esas que se suben a las barbas de su marido y aun se las
Arrancan...
—No es nada de eso, y, sin embargo...
—Llovía...
-——Disgustos.
Pero dime por qué tú no te revistes de energía...
—¡Bueno, y quél Que empiezo a gritar, a dar puñeta-
zos en las mesas y a echar sapos y serpientes por la boca,
¿y qué? |
Que se echa a llorar, que le da el ataque nervioso y
al corazón, que los chiquillos gritan y lloran y los criados
acuden, y yo me voy a la calle como en los tiempos en
que llegaba a mi casa y encontraba enzarzadas a mi ma-
dre y a ella, y yo volvía los pies atrás y no parecía más
que a la hora de dormir,
—Bien, pues cuando le dé ese sopiticuando, toma el
sombrero, y vete.
—Es que cuando eso sucede, toman parte el tío y la
tía y otra tía que tiene Camila, que es verdulera en el
mercado del Carmen, y que es... de las de a caballo por
lo sinvergúenza. '
-—¿Temes que te peguen entre todos?
—Oye... veces ha habido que lo creí.
Ya ves, el día que eso sucediese, o tendría que echar-
los a todos a palos de casa, o tirarme yo por el balcón.
Y el escándalo sería morrocotudo.