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lo.
1576 LOS ANGELES DEL ARROYO
— Procuraré seguir tu consejo,
—¡Y que no lo sigas,.. desdichado!
—Como que tendrán que llevarme a la cárcel o a Lega»
nés—dijo Enrique golpeándose aiternativamentelas manos.
—Pero vamos a ver, Enrique: ¿Quieres mucho:a Ca:
mila?
—Ni esto: ¡te lo juro! —dijo el. víctima de su. torpeza,
haciendo crugir la uña del pulgar entre sus dientes.
—Pues entonces, no andes con contemplaciones, que
sólo pueden tenerse con la mujer que se ama.
—Es que ella me ama a mí como una loca.
—Pues mal se conoce, cuando esa vida de. infierno te
procura.
—Pero es que aunque me quiera con locura, quiere
también a sus tíos con frenesí.
—Pero, no por eso te va a hacer desgraciado.
—¡Es que como ella no cree que con eso hace mi des-
gracia!
—Pues si no es capaz de comprenderlo, házselo com»
prender prácticamente, jtonto!; sigiwe mi consejo.
Cuando una casa está ruinosa, se sale uno de ella, se
derriba y se reedifica.
Pues eso es lo que tienes tú que hacer.
Deshaz tu casa y reedifícala sobre otro pian... sin gate-
ra por donde se le vuelvan a colar los gatos «putativos...>
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