1526 LOS ANGELES DEL ARROYÓ
—Pues, según Enrique, dice que le van a embargar los
muebles por una gran cantidad que debe, y que él no es-
pera al embargo y se marcha no sé dónde.
— ¡Eso es música! Enrique tiene dinero de sobra para
pagar una deuda de más valor que lo que puedan valer
sus muebles.
—Eso parece, sí.
—Entonces, ¿por qué es todo eso?
—Pues, según parece, porque está harto de nosotros,
de darnos dinero y de que yo no trabaje...
—¿Y por qué no te da un buen destino que tengas un
sueldo decente, y no esos destinillos de doce o catorce
reales que no hay «pa ná»?
-Porque... ya me lo dijo un día: porque: no soy abo-
gado, como si no hubiese abogados que saben de leyes
como yo, y porque tienen el tituliyo ya pueden desempe-
ñar un destinazo de doce o veinte mil reales.
—Eso, eso es lo que te debía de buscar: un destino de
doce a veinte mil reales anuales, todos los años.
—Pues no quiere, porque dice que donde quiera que
yo vaya, iré diciendo que soy su tío «putativo».
— Tío, no se dice «putativo», sino político, «Putativo»
es otra cosa distinta,
—¡Ah!, es hijo de Cánovas.
—No, tío; tampoco es eso. Yo no sé lo que es; pero
no es lo que usted dice.
- —Bueno, ¿y qué? ¡Que nos hace salir de aquí. ¿No?
—dijo Teresa,
—¡Me parece que más claro!
—Pero ellos volverán...
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