LOS ANGELES DEL ARROYO 155
—iLe he dicho tanto! ¡He estado hasta desvergonzada
SON mi madre y dura con él!
—En fin, espera si quieres hasta mañana.
—No te lo aseguro.
—¿Por qué ¿Tanta prisa te corre? Yo no creo que va:
Yas a dar a luz esta noche.
—No es por eso, Pedro,
— ¡Entonces!
Bote Es porque si Ludovico resuelve nuestra fuga, se rea-
lizaría esta misma noche.
—iDemonio! Déjame siquiera veinticuatro horas dis-
Ponibles,
—Bien; te prometo no salir de casa esta noche.
—Oracias. Eso me basta.
ok
Llegaron al Palacio Paulatoski, o más bien de Ulm,
Porque la condesa lo había adquirido de su padre, aun-
5 nadie lo sabía, y todavía todo el mundo lo llamaba
alacio Paulatoski, creyéndolo propiedad exclusiva del
duque Alejo,
E Criado se despidió de la joven, volviendo a recor-
Su promesa.
Ed Sabes que necesito veinticuatro horas para resol-
asunto, o darlo por perdido.
L te he dicho que esperaré hasta mañana o más, si
CO no pudiera realizar ahora nuestra fuga.
le. “ro adónde pensáis ir?
Odavía no está resuelto, Como creí que mi tío se