esto.,
É
Y
LOS ANGELES DEL ARROYO 243
rente el nombre de Ravel Velkine...; el sello de la casa en
blanco y en tinta... era preciso que el falsificador de estas
letras se hubiese gastado veinte veces más de lo que va»
len para fabricar un papel así, y que estuviese de acuerdo
con el cajero, el tenedor de libros y el interventor, para
Obtener los sellos que cada uno pone al documento de
giro y custodia, como un abanderado la bandera o el es”
tandarte que le confían. Las letras son legítimas; pero...
—¿Pero qué?
—Como son al portador...
—Cree usted que...
—No... yo no creo nada, pero pudiera ser...
—Que las hubiera robado... ¿no quiere usted decir eso?
—Precisamente eso... nO; pero...
—Una cosa parecida. Pues bien; no tenga usted recelo
Alguno, Esas letras tienen la procedencia que he dicho a
Usted. No ha querido darme el dinero reunido temiendo
—¡Quél
-—Que yo desistiese de marchar a París, donde, como
Usted ve, debía pagar esas letras la casa Dupoy y C
fila, Palais Royal, 36
—Bueno, ¿y qué? —pre euntó el judío dé dose por can»
Vencido, porque lo estaba de que las letr
ticas,
—¡Qué!
— 5 Aacaa metardo?
¿Qué desea usted?
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—¿Qué deseo;
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—Ya lo creo,