LOS ANGELES DEL ARROYO 2399
Siga». Yo no haré por esconder a usted, pero tampoco le
denunciaré espontáneamente,
Pero si usted viene a proponerme un negocio, detrás
del cual columbro deito o un crimen, yo no iré a buscar
al juez para denunciárselo; pero si el- juez llega a mí en
Sus investigaciones, yo no le ocultaré la verdad.
Así, si va usted a hacerme una confidencia, evíteselo;
Porque si sospechando que ha cometido usted un robo
de alhajas llega hasta aquí la justicia, yo he de señalarle
tsa pista, si no me impone silencio el secreto que haya
frometido guardar,
Aque'la extraña mezcla de hombre de bien del judio,
que por otra parte, estaba dispuesto a aceptar el negocia
Más sucio, siempre que para él no envolviese compromi-
So alguno, dejó admirado a Nemesio y convencido de que
amucl hablaba cun sinceridad.
Así le dijo:
—Le creo a usted, y sólo voy 'a concretarme a pregun-
lara usted si conoce a alguien que se atreva a adquirir
£Sas alhajas...
—Diré a usted. Si fuese en cantidad corta como la que
Puede representar el robo de un ratero en un atraco en
Medio de la vía pública, no digo a usted que no encuen-
le en todo San Petersburgo a gún prestamista o platero
O Joyero que quieran adm tir esa alhaja más o menos rica;
Pero, según usted, hay más ae una...
TÍ, señor; es un cofrecito, una arquila de hierro, que