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LOS ANGELES DEL ARROYO ZÓ
EN
Alguna de las cuales había transcendido a la corte, como
fué la de cierto <pope», muy buen mozo, a quien el gran
Gique halló en la casa con su mujer, y al que pasó de
Parte a parte con su espada, ciego de ira, al volver de un
acto palatino.
El «pope» fué cuidadosamente sacado del palacio de
Paulatoski por la puertecilla del jardín, por donde enton-
“es penetraba Nicolás para visitar a su hija, la condesa
Viuda de Ulm, y abandonado en un rincón de la perspec-
tiva Newski como asesinado.
Y como no era un secreto los amores de Olga y el
lermoso «pope», de larga barba y largos cabellos negros,
todo el mundo comprendió quién había sido el matador
Y al asunto echósele tierra por recomendación hasta del
anto Sínodo, al cual el «pope> pertenecía.
Olbintz no había tenido tiempo de prevenir a su amo
A llegada del gran duque, que se anticipó a él, producién-
39s€ la inevitable catástrofe. :
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En aquella ocasión, Olbintz servía al gran duque,
fMamorado perdidamente de Sarah, la hija de Samuel
€Zcano,
Los que le iban a ayudar en la faena eran dos criados
Ps gran duque, naturalmente a las Órdenes del mayor-
9mo Olbintz,
Eran las diez menos cuarto y todavía no había salido
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almacén. del judío aquel señor desconocido, a quien
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