LOS ÁNGELES DEL ARROYO ¿91
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bre una corbata negra abrochada detrás, sobresaliéndole
Sobre el cuello de la levita el elástico con ese descuido de
los» hombres que no están acostumbrados a otro atavío
que el diario y usual para ellos. Pablo, vestido de unifor-
me de gala, hablaba con el coronel y sus compañeros,
que así habían querido honrar al esposo de una mujer do-
tada con tres millones de rublos, lo cual seguramente no
habrían hecho si Pablo se hubiese casado con una mo-
desta señorita o la hija de un humilde mujik.
En cuanto a Sarah, permanecía aún en su tocador ro-
deada de tres o cuatro amigas y de su madre, que ayuda-
Dan a su tocado de novia.
Entre el pueblo israelita no'se estila el uso de la flor
de azahar, aunque es la raza más aficionada a la parábola
Y al símbolo, como lo demuestra el mismo Evangelio e:
las predicaciones de Cris'o,
Pero se conoce que eso de la pureza no tiene para el
hebreo la importa: cia que tiene para el pueblo cristiano,
Para el que la virginidad es la condición más estimable
Eh la mujer, siendo el principal atributo de la Madre del
£dentor. Esto constituye uno de los más enrevesados
Misterios del catolicismo, que es el que mayor importan-
E Concede a la pureza, no apreciada gran cosa entre los
¿Enta:es, especialmente entre la raza sem:t:ca, recordan-
E sn duda, que en Babilonia las vírgenes no se casa-
5 hasta que eran conocidas por los extranjeros que acu-