292 LOS ÁNGELES DEL ARROYO
dían al templo, donde ellas esperaban realizar el sacrificio,
quedando desde entonces para contraer matrimonio.
¡Lo que varían los tiempos y el concepto de la moral
y del pudor!
Obedeciendo a estas ideas populares, modificadas
bastante por la moderna civilización, los trajes de las no-
vias israelitas no se adornaban con azahar, cubriéndose
así muchas anomalías que sirven de sabroso entreteni-
miento a los invitados a una boda, poseedores de ciertos
secretos de la vida íntima de las novias adornadas con la
simbólica flor «<antinerviosa», que a esta cualidad debe
tal vez la representación de la pureza, que es cuestión a
veces de más o menos nervios.
e od
Cuando la novia estuvo vestida con sus suntuosas
galas, que para ella se habían eucargado por Samuel 4
París, por medio de la casa Bost Child, como se sabe,
israelita como el propio Judas, salió a la sala acompaña-
da de oficiosas camareras y de su madre, la señora Re-
beca, vestida de terciopelo negro y luciendo joyas de más
de veinte mil rublos de valor, y que alguna gran duques
hubiese reconocido como suyas, perdidas en el naufragi0
de su fortuna.
Es imposible que la pluma pueda reproducir el retra-
to de una mujer tan espléndidamente hermosa como Sar
rah ataviada para ir a recibir con la bendición nupcial, la
consagración de su matrimonio ya consumado ante la
Naturaleza, que es la religión del amor a la que pertené-