LOS ÁNGELES DEL ARROYO
milia polaca, y esa oposición a su casamiento con Sofía |
no se exnlica.
—En Francia ya no se le da ese trabajo a la policía.
Las mujeres se casan, o no se casan, cuando y Col
quien les parece, y los padres no se preocupan de ello. ]
Es verdad que se descasan lo mismo que se casan, Y
sería cosa de estar siempre pendientes de los casamientoS
y divorcios de las hijas. q
En Rusia y fuera de Francia, Inglaterra y los Estado$
Unidos, en todas las demás naciones, esos acontecimiel"
tos forman época en las familias.
—Pues todavía la fuga da Ludovico y Sofía no ha tras" V
cendido al público. $
—Sí; se ha tenido tan reservada, que ni la policía há |
tenido noticias de ella.
— ¿Y sabe hacia dónde se han dirigido?
—Tengo algunas sospechas de que sean ellos una paré” |
ja joven que salió hace pocas noches en uno de los carro5
acelerados que recorren el camino de San Petersburg0 ..:
Kostrona por Tchondovo y Mal kgza. 'Ñ
—¡Cómo! ¿No hubiera tomado el ferrocarril de Mos
cou o?...
—Pudiera ser; pero acabo de expedir unos telegrama
a esos puntos para que los detengan y los acompañen 4 su
regreso hasta casa del tío de la señorita Sofía.
— Cree usted que serán ellos esa parej1?
—Yo creo que lo que se han propuesto es obligaf
conde a que acceda a su casamiento.
—Pero no siendo su padre, y ella mayor de edad
porque ya debe tener Sofía veintiséis o veintiocho añoS-"
al