LOS ANGELES DEL ARROYO 397
—Por lo menos, menospreciado por los hombres de
Honor—dijo el conde desde su asiento, sacudiéndose el
Pantalón con su junquillo,
— Quisiera yo ver quién me menospreciaba a mí por
£80... o por cualquier otro motivo... —contestó irguiéndo-
-Se Arturo y lanzando rayos por los ojos.
—Yo, al menos..., te menospreciaría—contestó el im-
-Placable hermano.
—Tú... me importa poco, César. Al fin, eres para mí
omo una mujer, a quien no podría castigar, aunque me
despreciase—dijo Arturo volviendo la espalda al conde.
Este se mordió los labios con ira.
El odio, la antipatía hacia el bastardo, le ahogaban.
Añadiendo a un odio semejante la ambición de una
COrona, se comprende posible el fratricidio de Enrique de
"ástamara en la persona de su hermano Pedro, apellida-
O «el Cruel». :
Sólo el respeto a los padres contenía los ímpetus de
“quel odio,
Y, sin embargo, manifestábase tan claro, tan potente,
Que la madre
b , como la hermana, temblaban previniendo
n trágico
desenlace.
e Lo lunadamente, como, por lo regular ocurre con to-
Calaveras, Arturo tenía el carácter dulce y un co-
1 noble, aunque no era de genio pacífico ni capaz de
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Slantar insolencias y groseros desplantes.