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474 LOS ÁNGELES DEL ARROYO
asomado a la ventanilla, me oyó pedir socorro y creo qué
me conocería y saltó del tren.
— ¡Para haberse matado! —exclamó el jefe del tren—+
Y luego el responsable... yo...
Anda... anda... tú..., da la señal de marcha; mucho
rúido y pocas nueces...
El factor mandó a uno de los mozos que tocase lá
campanilla; él hizo oír el silbato; el maquinista abrió los
purgadores, asió la pafánca y el tren arrancó con la velo”
cidad de una carreta, hasta que fuera de agujas aumentó:
aquélla, y pronto desapareció por la inmediata curva del
lado de la Roda.
Entretanto el duque, el criado de Fernando y un mozO
de los de la estación, a quien continuamente estaban gra
tificando en el cortijo, se dirigieron a buen paso hacia 2
curva que empezaba en el punto de paso entre el desmon”
te y el terraplén.
Poco después de echar a correr Elena hacia el Ape”
dero, y de vendar con su pañuelo la frente d. Irene, Pe
nando, ignorante del movimiento de trenes en aquella l-
nea, fué sobrecogido por un intenso pánico al pensar qUe
podía venir un, tren descendente en la Koda y aplastarlo?
a los dos en aquel si io, en medio de aquella vía, qué 16%
noraba si sería la ascendente w descendente, porqué pan
aquellos, sitios había doble vía, como dibía haberla en ga
dos, los .errocarriles dei mundo, lo. que evi:<ría un acne
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