408 LOS ÁNGELES DEL. ARROYO
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Y no era lo que establecía entre Irene y Fernando €s4
situación embarazosa que necesita una pronta solución.
Bien se comprendía por la agitación mal disimulada
de su seno y la vaguedad atolondrada de su mirada, qué
Irene estaba pasando un rato de terrible prueba.
Desde la noche: anterior comprendió que algo exti2”
ño y peligroso se introducía en su hasta entonces pacífica
existencia. :
Y como no era ninguna niña inocente que no supier?
definir la naturaleza de aquella novedad, tembló al conó”
cer que estaba perdidamente enamorada de Fernando, Y
que Fernando la amaba,
Y había pensado que, para. evitar el probable peligro
de olvidarse de sí misma en uno de esos momentoS el
evitables en la vida en común que iban a tener, sólo habia
un remedio: la separación.
E
¿Pero tendría ella fuerzas para proponérsela 2 qe
nando?
¿Tendría él valor para tomar aquella heroic
lución? ,
¡Qué lucha tan titánica la que se establece en el alcré
: ITA IO A
de una mujer casada, víctima de una de esas pasiones
| de
a reso”
sistibles que anulan por completo el sentimiento del €
después de esa terrible lucha entre el deber y la pasióf ds
De pronto Elena se desprendió del brazo que su ía
dre había pasado por el cuello como deseando retenel
a sí lado a modo de égida protectora contra sí mi
smá-