LOS ANGELES DEL ARROYO
cogidos en la era con abundancia, antes de que la lluvia
o una tempestad del verano se lleve aquella riqueza hor-
miguera. ,
Un velo de tristeza cubría el rostro de Irene y el de
Fernando. ;
Porque ella y €l habían comprendido el peligro de per
manecer solos con Elena, una niña..., en el cortijo. ]
Habría sido estar hechos de la masa de los santos Yu" —
de los mártires. É
Decidieron, después de grandes deliberaciodes, mez
cladas de lágrimas y suspiros, que Fernando se iría COM 3
Alvaro y César a Mudrid, y más adelante volvería él A pra
sar quince días o un mes con ellos, en esa deliciosa época
del año en que Andalucía es el brasero de España donde
van a calentarse los que pueden abandonar sus países ;
tríos para prolongar más su vida.
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Aruellos tres días pasaron con la brevedad qué past.
el tiem>o cuando nos acerca a una desventura. %
Era la víspera de la marcha. E
Alvaro había ido a Sevilla con César para hacer alg
nas compras con que completar el equipaje del coleg”
Elena ha-ía pedido a su padre que la llevase tame
como algunas veces que el duque se veía obligado 4%
Seviila para h1cer giros y cobrar letras, que no coM di
nunca a nadie.
Los viaj=ros, que salieron en uno de los trenes
mañana, no volvieron hasta el día siguiente, deteniéndot
gel