LOS ÁNGELES DEL ARROYO
ci,
] €N el apeadero únicamente el tiempo de recoger el equipa-
y pr
Y
Y
los
le de Cesar y el de Fernando, que embarcaría con su cria»
9 en el mismo tren para Madrid,
Lene, acompañada de Fernando, iría a esperar el paso
del tren al apeadero, y recoger a Elenita de vuelta de su
orta excursión a la capital sevillana,
Hay hechos que parecen dar la razón a los fatalistas,
Que admiten, no obstante su religiosidad, la interv:n-
.
A FÓn de una divinidad llamada «El Destino», o cometen
Y blasfemia de atribuir a la Providencia divina actos que
—Slán en pugna con la esencia y atributos de la divinidad
E
—Mistiana,
Sombras de miedo, rayos de movida luz, estremeci-
Mtos de placer y de terror, anhelos irresistibles y rubo-
-Pudorosos...; una lucha enorme, feroz, la lucha entre
Pasión y la conciencia ocuparon el ánimo de Irene todo
"Quel día, desde que, al despedir en el apeadero a su ma-
0 y Sus hijos para Sevilla, volvió sola con Fernando a
Aa del cortijo.
ubiera querido encerrarse, pasar sola aquel día, de-
“Se con puertas y ceffaduras de aquel demonio ten-
de o que parecía llevaria en sus brazos hasta el borde
-"YsSmO,
“IO su corazón amante se resistía a establecer aque'la
: Municación entre ella y el hombre adorado, del que