588 LOS ANGELES DEL ARROYO a
Con las manos sobre los ojos, permaneció durante
algunos minutos viendo pasar la lluvia de chispas 4 luz
que se trocaban en gotas de sangre, en ese extraño NY"
leidoscopo de la retina oprimida, que nos finge tan raros
fenómenos.
—¡Adúlteral ¡Mi madre adú teral —murmuraba César
sin poderse convencer de la posibilidad de aquella reali
d..d, que le parecía monstruosa.
Y cuando separó las manos de sus ojos y
fijar éstos en el papel, vo vió a ver allí impresa
dad impía, indiscutiblemen.e cierta, incontestab'e-
Así lo decía el papel: «Adorada e inoividable
volvió 4
la reall-
[rent
. nuestro hijo, e: fruto de nuestro amor».
¿Podía dudarse aquello?
¿Era haber oído mal, hiber visto ma
cuento, ni suposición, ni sospecaa, ni nada
hace dudar y esperar que no sea?
No.
Porque después de aquellas frases venía
amartill ban bien la idea revelada. toro,
Aquellos renglones h.b) ban del bautizo de 4 pan
nombre con que se hubíz querido sustituir al de P ma”
do, propuesto por el primo Alvaro en su ceguera
rido cout.ado. co
Fernando reconocía la delicadeza de aquella
, ni chisme al
de lo 4
Y] otras, que