Full text: Tomo segundo (002)

636 LOS ANGELES DEL ARROYO 
% e Ú L e E A 
casa? La cena vendrá de casa de Lhardy, de Botín, de 
Becastein, de donde tú quieras; pero no gastes quinientos 
duros en romper toda la vajilla de un, restaurant, ni en 
ciendas el rom del postre con billetes de quinientas pese: 
tas, porque esas son estupideces que hacen algunos tort- 
ros y gentes de lucro, creyendo cobrar fama de rumbos 
y de lo que la cobran es de majaderos. 
¿Tienes una querida? Pues tenla con lujo, si qu 
pero, por Cristo, no me la pongas a la altura de un in 
de España, con carruaje a la Dixmont y correo, y yO 
que hasta caballerizo. 
—En fin, papá. Te juro y prometo ante esa espa 
cedora de los moros, que creo perteneció al prime! 
de Torremolinas y que conservas en esa panoplia al la e 
de ese puñal de San Fernando, que el santo rey regaló % 
susodicho duque, que no volveré a malgastar un céntimo 
y que me buscaré una novia, y me casaré, y te dar 
emjambre de hijos masculinos, femeninos y neutroS.. 
— ¿Neutros? 
—No... no, varoniles quise decir. 
—¡Anda, loco! Epicemos me los darás. cdo 
—0 ambiguos... ¡quién sabe...! Con que, mi quer A 
padre, necesito doscientos duros esta noche para desp” 
di.me de los amigos... : 
¡eres 
fante 
cre0 
da ven" 
duqué 
-—Y amigas... ' 
—De todo hay en la viña del Señor, querido 
mucho siento que tú ya no puedas ir de vendimia 9 
que fuera de rebusco... 
—Anda, anda, truhán,.. Toma... toma, y déjame 
paz... 
padre: y
	        
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